El invierno está llamando a la puerta, y en muchos lugares de nuestra geografía ya se nota el descenso de las temperaturas. Como es normal, en los sitios donde estas variaciones climáticas son más acusadas, la gente usa diferentes prendas dependiendo de en qué lugar de la escala se encuentre el mercurio. Los runners no iban a ser menos, y hace algún tiempo que están dejándose ver con mallas largas, guantes, gorros, cortavientos, chubasqueros y demás ropas “anti-frío”. Con el calzado, sin embargo, creo que ocurre algo distinto; generalmente, el corredor aficionado usa el mismo par de zapatillas independientemente de la época del año en que se encuentre, y sólo cambia según la superficie -montaña, pista, ciudad-, o el tipo de entrenamiento que vaya a realizar -velocidad, rodaje largo, carrera popular, etc-.

Con relación a esto, el otro día se creó un hilo (conversación virtual sobre un tema en concreto) en el foro de esta misma web, en el que un compañero comentaba que la zona por la que solía entrenar descalzo (conviene aclarar que es su manera habitual de correr), le está resultando bastante más molesta que de costumbre por las bajas temperaturas reinantes. Era como si sus pies se le durmieran, y reconocía que estaba perdiendo el disfrute que produce correr descalzo. Ante esta cuestión, pedía consejo y preguntaba si al resto de nosotros nos ocurría algo parecido.

Enlazando las dos cuestiones, la del descenso de las temperaturas y la de correr descalzo, me gustaría compartir con ustedes una de mis pequeñas reflexiones, utilizando parcialmente la respuesta que publiqué en el foro.

Hay gente (yo entre ellos) que ha elegido que correr descalzo sea simplemente un medio para re-aprender a correr y para mejorar la técnica de carrera. Así, correr descalzo deja de ser el objetivo final, y se convierte en una herramienta que nos permite correr con zapatillas minimalistas utilizando lo que hemos re-aprendido mientras estábamos descalzados. Obviamente, esto es una elección tan libre como otra cualquiera, por lo que lógicamente, también encontramos a gente que ha optado por otras vías, como Ken Bob que lleva unos 80 maratones descalzo. Una de ellas, bastante común, es comenzar la “transición” partiendo de zapatillas con algo de drop y amortiguación (llamadas “de transición”), pasar después a calzado minimalista, y acabar por correr completamente descalzos al final. Otros prefieren permanecer con zapatillas “de transición” sin pensar siquiera en disminuir drop o protección, y otros ni se plantean el abandonar sus modelos amortiguados ni sus plantillas correctoras.

Independientemente de la opción que hayamos elegido para correr, y sin entrar en debates comparativos, creo que lo principal debe ser disfrutar y ser felices mientras corremos. Para ello, como para casi todo en la vida, la flexibilidad (no física), la capacidad de adaptación y la progresión, son básicas. Intentaré explicar esto un poco más en detalle.

correr descalzo para mejorar técnica y sensaciones

Retomando las bajas temperaturas como excusa para enlazar temas, ¿qué sentido puede tener correr descalzos si el frío en los pies o superficies demasiado agresivas nos hacen sufrir?. La flexibilidad en este caso es primordial: si no podemos correr descalzos porque es insoportable, usemos zapatillas, que para eso están. No hay porqué llevar las cosas a los extremos. Adaptémonos al medio de la manera más inteligente. No nos cerremos en banda, progresemos…

Yo casi nunca suelo correr descalzo (lo hice a menudo al principio), pero no por esa razón voy a dejar de practicarlo cada vez que me apetezca o las condiciones sean favorables para ello (ganas, temperaturas, superficies, entornos naturales, etc). Soy un corredor minimalista, pero no rechazo ser uno descalzo cada vez que lo crea conveniente.

De la misma manera, y en esta ocasión refiriéndome a los corredores que pasan medio año lesionados y el otro medio sufriendo dolores, ¿no sería mejor pensar que algo está fallando, que eso no es “normal”?, ¿de verdad están disfrutando?… No diré cuál es la solución, porque probablemente haya una para cada individuo, pero sí animaré a que se realicen los cambios pertinentes que nos lleven a poder alcanzar el disfrute y el gozo que representa correr sin molestias, dolores ni lesiones: cambio de zapatillas, de estilo, de técnica, de superficie, de distancia, de plantillas, de podólogo… Son tantas las posibilidades…

Creo que alcanzar la felicidad mientras corremos, no se logra rebajando dos segundos nuestra mejor marca en 10 km, si para ello pasamos por un calvario de entrenamientos, o consiguiendo acabar una ultra-maratón de montaña, si ellos nos deja lesionados o sin poder apenas movernos durante una semana. De verdad eso tiene sentido?…

Como corredores aficionados que somos, actuemos inteligentemente, o por lo menos, de manera consecuente. Armémonos de paciencia y realismo, y pensemos. Pensemos que sin querer, quizás nos alejamos de aquellas metas que un día quisimos alcanzar por medio del running, y que obnubilados por números, marcas, obligaciones, y exceso de ego, perdimos de vista. Si somos sinceros con nosotros mismos, y reconocemos que no estamos disfrutando, intentemos cambiar algo, reconduzcamos nuestros entrenamientos o nuestra actitud, y seguramente lograremos progresar de manera óptima, y sobre todo, felizmente.

Salud!

11 Comentarios

  1. No me creo que haya gente que sea tan cabeza cuadrada de salir a correr descalzo en pleno invierno. Si muchas veces se necesitan calcetines hasta para poder dormir, no me quiero ni imaginar lo que tiene que ser salir a correr descalzo con frío y lluvia.

    Lo importante es tener una buena técnica de carrera que nos permita disfrutar de correr sin lesiones. No importa el tipo de calzado que usemos para lograrlo. Hay gente que con unas zapatillas clásicas corren muy bien, y otros con zapatillas minimalistas que da pena verlos.

    PD: Unos buenos calcetines de invierno (lana merina) nos pueden ayudar a no pasar frío en esta época del año.

    • el problema es el frío, no «notas» cómo estas corriendo y si no tienes experiencia puedes hacerte daño (rozaduras, ampollas,…) sin darte cuenta. La lluvia, sin frío, da gustirrinín 😛

    • Considero que lo importante es tener una buena técnica pero también creo que es muy importante lo que llevamos o no llevamos en los pies.
      Nos vemos.

  2. #José González.
    Pues hay gente para todo, no te creas 🙂 Más que nada porque correr descalzo engancha mucho, y una vez que te acostumbras, después todo lo demás sobra o molesta.

    #Ligia.
    Correr con calcetines y descalzo es bastante contraproducente, sobre todo para los calcetines 🙂 Además, llevándolos, técnicamente ya no iríamos descalzos. En cualquier caso, sí se podrían «adaptar» con algún tipo de superficie más resistentes, pero prácticamente estaríamos hablando entonces de unos Vibramm Fivefingers 🙂

    Gracias por los comentarios.

  3. Estoy totalmente de acuerdo con el contenido y espíritu del artículo. De momento tengo la suerte de seguir corriendo descalzo incluso con temperaturas frías pero en el momento en que no pueda pues usaré mis sandalias y ya está. Aunque no deja de sorprendente la capacidad de adaptación de los pies a casi cualquier circunstancia.
    Salud
    Emilio

  4. buen artículo, con sentido común.

    Eso de «darse cuenta de que no estás disfrutando», se aprende con los años. No es fácil, pero quizás es un muro contra el que muchos «debemos» chocar para darnos cuenta.
    Muy pocos tienen el nivel para competir para ganar, así que casi todos competimos contra nosotros mismos, contra lo que creemos que podemos llegar a hacer. Y ese rival siempre está unos segundos por delante. Siempre. Hasta que asumes que no merece la pena perseguirlo, si no ser tu mismo. No me refiero a ser conformista, si no dejar de perseguir sombras.
    Vaya!, me ha quedado un pelín filosófico el asunto 😛

  5. A mí correr descalza por la arena me encanta, y es algo que he hecho siempre, cuando no había escuchado hablar de drop, ni minimalismo… Tu reflexión es genial, a veces somos más cerriles!

  6. Hay que correr para disfrutar, si bien algunas veces se sufre y sufriendo también disfrutamos a nuestra manera. El 90% del tiempo es disfrute, el otro 10% lo podemos dejar para sufrir en su justa medida (cuestas, series, fartlek, últimos kms. de una carrera en la que empiezas con calambres, etc).
    El corredor popular que no disfruta corriendo lo deja y se pasa a otros deportes.
    Correr descalzo es un gustazo, pero como dice Gustavo creo que no debe ser el objetivo. Si no se puede por la climatología, pues te calzas y mañana será otro día.
    Mejor salir a correr calzado y volver feliz con los pies enteros que empecinarse en correr descalzo y terminar con alguna lesión que te dejará sin poder correr algún que otro día.
    Saludos.
    Saludos.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.