Me considero un barefooter.
Uno de pacotilla en realidad.
Porque no voy 100% descalzo por el mundo.
Todavía.
Pero prácticamente siempre uso calzado minimalista.
Aunque eso no quiere decir que lo tenga todo claro,
que ir descalzo sea siempre la mejor opción.
También tengo mis dudas.
Una de ellas es acerca del suelo que pisamos.
La mayoría vivimos sobre baldosas, aceras, asfalto, hormigón…
Un entorno en el que nuestros pies no evolucionaron.
Entonces, ¿tiene sentido ir descalzo en este suelo?
Yo no lo tengo claro.
En términos de movimiento somos una especie generalista.
No destacamos en casi nada.
Pero podemos escalar, correr, lanzar, nadar, cargar…
Nos adaptamos a gran variedad de tareas.
Aunque estas sean relativamente nuevas.
Por eso es difícil saber dónde está el límite.
Saber qué estímulo será demasiado para nuestro cuerpo.
Qué compensaciones podemos estar generando.
Esto también dependerá de cada persona.
Pero creo que podemos hacer una aproximación.
Y nos vamos a fijar en 3 aspectos.
El primero es la variabilidad genética.
Observa a nuestra especie desde el punto de vista de la evolución.
Hemos prosperado en una gran variedad de hábitats.
Cada tribu tenía sus adaptaciones propias.
En la dieta se puede ver muy claro.
Por ejemplo, hay tribus que comen mucha carne y pescado.
Otras que casi no comen carne pero muchos carbohidratos.
Pero no hay una dieta más humana que otra.
Dependerá de las adaptaciones de cada zona.
Con el suelo que pisamos seguramente pase algo parecido.
Habrá tribus más adaptadas a suelos de bosque.
Otras que hacen largas caminatas por la sabana.
Algunas pisarán rocas más a menudo que otras.
Dependiendo de nuestra línea evolutiva estaremos más o menos adaptados.
Cada persona será diferente.
El segundo aspecto son las capacidades personales.
Lo explicaré con un ejemplo.
Tenemos dos personas que entrenan 3 días a la semana.
Una hace entreno de fuerza y la otra sale a correr.
La primera seguramente no pueda seguir el ritmo de la segunda.
Y la segunda seguramente no pueda levantar los pesos que levanta la primera.
Este aspecto no es cuestión de adaptación genética.
Con el entrenamiento adecuado una puede ponerse al nivel de la otra.
Por eso habrá personas que les moleste simplemente descalzarse.
Y otras que puedan recorrer kilómetros descalzas.
Dependerá de la adaptación de cada uno.
En este caso es algo que podemos cambiar.
El tercer aspecto es la mentalidad.
Todos tenemos creencias limitantes.
Estas influyen (y mucho) en los resultados que obtenemos.
Se puede observar incluso en la metodología científica.
Existen los estudios a doble ciego.
En estos, los investigadores no saben cuál es el grupo control.
Para evitar condicionar el resultado del estudio.
Las creencias de los investigadores pueden cambiar el resultado.
“Tanto si crees que puedes,
como si crees que no puedes,
estás en lo cierto”.
Por eso tu mentalidad influye en tu adaptabilidad.
Si crees que el suelo duro es demasiado agresivo,
posiblemente no te acabes adaptando a él.
Simplemente por una cuestión mental.
Aunque puedes creer lo contrario y obtener el mismo resultado.
Piensa que la genética y la adaptación son más importantes.
Así que no hay más remedio que sacar tus propias conclusiones.
Conocerte a ti mismo no sólo sirve para el desarrollo personal.
También para entender lo que te rodea.
¿Estamos adaptados a movernos descalzos en suelos duros todo el día?
Al final sí que tenemos una respuesta universal.
No sé, experimenta.
Dependerá de tu condición personal.
Y me gustaría acabar con otra reflexión.
Puede que no estemos adaptados a caminar en suelos duros.
Puede que estemos perjudicando a nuestro cuerpo.
Pero me viene otra pregunta a la cabeza.
¿Es tan malo como sentarse durante horas?
¿Es tan malo como estar rodeados de pantallas?
¿Es tan malo como beber alcohol a diario?
¿Estamos adaptados a todo lo que hacemos habitualmente?
Seguramente no.
Cada cual decidirá si le compensa o no.
