¡Ojo!

Clickbait a la vista.

Ya sabes qué pensar.

“Este artículo no merece la pena”.

Pero no huyas todavía.

Quiero convencerte de ello.

O, por lo menos, que entiendas el porqué.

Es una cuestión de mentalidad.

Vamos a empezar con la definición de “salud”.

En general la entendemos como “ausencia de enfermedad”.

Aunque eso es una definición algo anticuada.

Por ejemplo, si te dolían los pies no tenías una enfermedad.

Por lo tanto tenías salud.

Aunque no pudieras hacer vida normal.

La definición actual de salud es algo más completa.

Implica un bienestar físico, mental y emocional.

Pero seguimos anclados a la definición anterior.

Y eso tiene unas implicaciones prácticas.

Buscamos esa ausencia de enfermedad.

Queremos un calzado que mejore nuestra salud.

Ya sea reduciendo dolores,

mejorando nuestro rendimiento,

conectándonos con el suelo,

mejorando nuestros patrones de movimiento…

Pero siempre partimos de la enfermedad.

La enfermedad como estado normal.

Buscamos hábitos saludables que nos acerquen a la salud.

A mí me gusta verlo de otra manera.

Como si estuviésemos en un estudio de grabación.

Allí el volumen máximo de una pista de audio es 0.

Cero patatero.

Un volumen inferior al máximo será siempre negativo.

Así veo la salud.

Cero es el nivel máximo.

Cero es salud.

Cero es el punto de partida.

Los malos hábitos nos llevan hacia el lado negativo.

De esta manera cambia el enfoque del asunto.

Ya no necesitamos añadir hábitos saludables.

No se trata de pasar más tiempo descalzos.

El foco está en eliminar los que nos han restado salud.

Se trata de reducir el tiempo que pasamos con los pies confinados.

Para volver a ese punto de partida inicial.

El cero de salud.

Por eso el descalcismo no es bueno para la salud.

Porque la salud no se mejora añadiendo cosas.

La pierdes añadiendo cosas.

Como la filosofía del calzado minimalista.

El foco no está en añadir para mejorar.

El truco está en reducir a lo esencial.

Y eso implica eliminar lo innecesario,

eliminar lo que te resta salud.

No existen los hábitos saludables.

Pasar más tiempo descalzo no es la intención.

Reducir el calzado convencional sí lo es.

El resultado, inevitablemente, será pasar más tiempo descalzo.

Son dos caras de la misma moneda.

Puede parecer lo mismo.

Pero en el lenguaje está el poder.

El foco está en otro sitio.

El protagonista de la historia es otro.

Aunque el desenlace acabe siendo el mismo.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.