Tu mente busca excusas constantemente.

Cuando le presentan una idea nueva, por ejemplo.

Y sobretodo si esta tiene sentido.

Usar calzado minimalista puede ser una de estas.

Después de las preguntas iniciales.

“¿Y si pisas una piedra?”.

“¿Son cómodas?”.

Y otras del estilo.

Puede aparecer otra pregunta típica.

Otra resistencia mental al cambio.

“¿Se nota?”

Tu cabeza dice cosas del estilo:

“Si voy a hacer un cambio espero que se note.”

“Si me van a mirar raro más vale que se note.”

“Si me voy a gastar más dinero es para que se note.”

Para que de verdad tenga sentido necesita cumplir una condición.

Se tiene que notar.

Respuesta oficial a la pregunta: depende (como siempre).

No conozco tu situación ni tus particularidades.

Ni tampoco sé cómo vas a hacer la transición.

Puede que dejes de sentir dolor en la rodilla.

Puede que empieces a notar dolor en otro sitio.

Puede que no notes nada diferente en el cuerpo.

Puede que tengas que volver al calzado convencional.

No lo sé.

Pero creo que hay un aspecto en el que sí se va a notar.

Bueno, lo he dividido en tres.

Todos comparten origen.

Todos son más bien mentales.

Están en el título del artículo.

El primero es el empoderamiento.

Entender que tienes la capacidad de cambiar.

Que las etiquetas son de quita y pon.

Que no tienes por qué estar condenado de por vida.

Que el secreto está en cambiar el entorno.

Dejas de pensar que tienes un cuerpo defectuoso,

que tienes tal o cual condición,

que eres el diagnóstico que te hicieron hace tiempo.

Como si fuese una condición inmutable

con la que tienes que convivir para siempre.

Empiezas a creer que tu cuerpo no está tan mal,

que puede que el entorno sea el defectuoso,

que el cambio empieza en ti.

Pero lo que hay que cambiar es lo que está fuera.

Los estímulos a los que expones a tus pies.

El segundo aspecto es la consciencia corporal.

Ya lo he dicho otras veces, el mindfulness está de moda.

Lo que llamamos “atención plena”.

Estar en el momento presente.

Tomar consciencia de tu cuerpo.

Seguramente te imagines a una persona sentada.

Una persona respirando tranquilamente.

Esa es la idea generalizada del mindfulness.

Pero hay otra que considero más poderosa.

La atención plena durante el movimiento.

Cuando caminas, haces las tareas de la casa, entrenas…

El calzado minimalista incentiva esta práctica.

Reduce la protección de tus pies.

Esto implica un poco más de peligro.

Inevitablemente tienes que prestar más atención.

Bienvenido a un curso de mindfulness en la vida real.

O sea, la consciencia verdaderamente útil.

El tercer aspecto es el de la sensibilidad.

Igual que las manos, los pies tienen muchas terminaciones nerviosas.

Pero en general están bastante atrofiadas.

¿Adivinas el motivo?

Exacto, el calzado convencional.

Imagina llevar manoplas todo el día.

Hacer las tareas diarias con ellas.

No sólo sería incómodo.

Las terminaciones nerviosas se atrofiarían.

Recuerda, lo que no usas se pierde.

Pero no se pierde para siempre.

Puedes volver a estimularlo.

Recuerda también, lo que usas se desarrolla.

Descalzarte es una manera de estimular esas terminaciones.

Y usar calzado minimalista es otra opción.

Tus pies volverán a comunicarse.

¿Cuál es el resumen de todo esto?

Sí, usar calzado minimalista se nota.

Puede que tengas que prestar atención.

Puede que el cambio no sea espectacular.

Pero dará pie a otros cambios futuros.

Casi seguro.

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