hacer deporte con zapatillas minimalistas
If you want to be healthy – run,

if you want to be handsome – run,

if you want to be smart – run.

 

Ancient Greek aphorism

 

Algunos nunca hemos tenido un especial interés por esto del correr o practicar deporte, y la motivación comienza por eliminar esos kilitos que se han ido acumulando aquí y allá. La curva de la felicidad le dicen. Un día, con la vergüenza como sentimiento predominante, te calzas los pantalones cortos y sales a correr a la calle… unos tres minutos antes de quedarte total y absolutamente desfondado, y miras a todas partes esperando que nadie se haya dado cuenta. Pero algo debe de tener porque sólo es el primer día de muchos.

Irremediablemente comienzan los problemas, y algún amigo te recomienda invertir en zapatillas. Piensas “claro, esta es la solución a mi problema, como no me he dado cuenta, el impacto es muy grande y ya vas teniendo una edad”. Como aún así la cosa no mejora, inviertes en un masajista que te coloca la osamenta, y del cual sales más doblado que erguido. Y vuelves a pensar “claro, cómo no me va a doler si los huesos no están bien colocados y la maquinaria no puede funcionar correctamente”. Pero sigue sin mejorar, y te haces unas plantillas, pero no hay quien las aguante, y paras. Intentos, decepciones y fracasos se suceden.

Un buen día, encuentras en Internet a unos tipos que propugnan que hay que reducir las suelas de las zapatillas (si es que en este mundo tiene que haber de todo!). Las llaman zapatillas minimalistas. Pero espera, no se detienen ahí, dicen que además hay que correr descalzo (madre de mía, estos en dos días están rotos!!). Pero, curiosamente, no se rompen, sino que corren, corren, y corren. La curiosidad te puede, y profundizas en su teoría. Asombrosamente, todo cobra más sentido del que nunca le has encontrado a todo lo que creías como cierto.

¿Cómo es posible que necesites unas zapatillas gordísimas para entrenar y luego compitas con unas ligeritas y sin casi amortiguación? Esto podría ser así para el común de los mortales, pero hay personas que compiten casi todos los fines de semana, y eso son muchos kilómetros a ritmos altos. ¿Cómo puede ser que haya gente que corra 80km semanales, y yo cuando subo de 20km a ritmo de caracol, me rompo? Y me rompo una, y otra, y otra, y otra. Ellos prometen correr sin lesiones, sin grandes inversiones de dinero, y con recuperaciones casi milagrosas. ¿Qué pierdes por probar? lo peor que puede pasar es que vuelvas a acabar en el dique seco.

Comienzas aumentando la cadencia, uff, esto no hay quién lo aguante, el ritmo es ridículamente alto. Pero poco después cobra un cariz más natural, y unos días después hasta te gusta. Para reducir la suela, te compras unas zapatillas de 10 euros. Sales un día con ellas en la mano y a mitad de camino las cambias por tus zapatillas amortiguadas. La sorpresa es mayúscula cuando te percatas de que te gustan, a pesar de ser poco más que una suela de goma de apenas 6 milímetros. Pero la sorpresa es aún mayor cuando al volver a ponerte las otras zapatillas, te desagrada la amortiguación.

El siguiente paso: correr descalzo. Pero bueno, yo no estoy tan loco. Aún así, la curiosidad es grande. Hasta ahora todo está siendo tal y como lo cuentan, así que en una salida ves la oportunidad y te descalzas. Comienzas con un trote inseguro, en el que pareces no tener muy claro cuál será el resultado de este experimento. Sientes el suelo, la cadencia se vuelve natural, todo se coloca en su sitio, corres fluido como nunca lo has hecho, y como no podía ser de otra forma, te gusta.

Los dolores de la adaptación son insufribles, pero desaparecen, y llega parte de lo prometido. Las sensaciones mejoran, tu cuerpo mejora, tu correr mejora, tu mejoras. La fe se vuelve convicción, y vislumbras un horizonte en el que sólo tú decides cuando parar. Tu cuerpo te acompañará hasta dónde quieras llegar. Está en ti, siempre ha estado, y nunca te abandonará. Queda un largo camino por recorrer, en el que seguir aprendido, experimentando, mejorando, y en definitiva, evolucionando. Esta vez sí, estoy dispuesto.
motivación para correr descalzo minimalista

Hasta el infinito y más allá!

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