Desde que empecé a correr descalzo y/o minimalista a finales del 2009 muchos son los cambios que he ido experimentando. Antes era un corredor metódico donde tenía que cuidar hasta el último de los detalles para poder correr con un mínimos de garantías frente a las lesiones. Cambiaba las plantillas cada poco (3-6 meses), visitaba al fisioterapéuta cada 15 días (cuando no menos en función de la prueba que estuviera preparando) y siempre, al terminar los entrenamientos gastaba un buena cantidad de tiempo en ejercicios de estiramientos y en la posterior relajación muscular con la última versión del electroestimulador Compex.
Nada de esto servía, siempre que me acercaba a mis límites, la frustración llamada condromalacia, periodotitis o facistis me visitaba.

Entonces apareció ¡cómo en un milagro! el Barefoot Running arrastrando al minimalismo. Desde entonces mucho ha cambiado mi rutina y mi vida, simplificándose en tal medida, que correr se ha reducido a la mínima expresión. Ahora simplemente corro, sin paliativos, y sin embargo, aquellos límites a los que intentaba acercarme en mi vida amortiguada-taloneadora quedaron atrás,….. muy atrás.

No sólo he cambiado de zapatillas desde aquel renacer del 2009, sino que la técnica de carrera ha evolucionado en la misma sintonía. Atrás, también queda aquella maratón frustrada por una lesión de última hora, la misma que hizo que diera el salto definitivo. Pasé de flirtear con el barefoot running (a bases de horas de lectura y leve experimentación) a introducirme de lleno, cometiendo algunos errores que hicieron alargar mi transición -era lo que se llama un corredor barefoot inexperto-, pero que a la larga me han convertido en un maratoniano seguro, libre de lesiones y sin miedos ni complejos.

A partir de entonces todo cambió, y las zapatillas minimalistas utilizadas en las distintas maratones son la prueba que lo confirman. Desde que dí el cambio he corrido descalzo y con zapatillas cada vez más mínimas y ésto, junto a un conocimiento cada vez más exhaustivo de la técnica de carrera me ha permitido reaprender a correr utilizando la técnica de carrera natural, la misma que nunca debería(mos) haber perdido, la misma con la que nacemos y que el calzado sobreprotector junto al sendentarimos nos modifica.

Han pasado algunos años, pero voy a intentar hacer memoria y tirar de pequeñas notas para recordar las sensaciones vividas en los maratones que he participado utilizando zapatillas minimalistas. La verdad es que el maratón siempre será mi prueba favorita, por las sensaciones que me ha hecho vivir, por su historia, porque siempre fue como un sueño inalcanzable. Ahora que las lesiones ya no son un problema sólo necesito sacar cada año un poco de tiempo para preparala y poder correrla. Esa es la apuesta conmigo mismo. Cada año reviviré el sueño de la maratón.

Maratón de Sevilla 2011: Adidas Adizero PR modificadas

En el 2010 era aún difícil adquirir unas zapatillas minimalistas en España, y no me atrevía con las Vibram Fivefingers Bikila. Me daba vergüenza correr con un guante en los pies, algo absurdo que a día de hoy no me explico cómo me pudo pasar. Es interesante como lo habitual llega a ser lo normal, sin que nos planteemos si realmente lo habitual es normal, o si es el simple hecho de la repetición lo que disfraza de normalidad algo que puede no serlo. En el caso de la protección para pies y manos es un claro ejemplo. Lo normal es llevar guantes en las manos con cada dedo por separado, pero sin utilizamos manoplas, es decir, guantes sin la separación para los dedos, nos encontramos que amigos, compañeros de trabajo o familia no lo ven normal, y te pueden preguntar por qué usas guantes sin la separación para los dedos. El mismo caso, pero al contrario ocurre para los pies. Si usamos calzado con separación en los dedos seremos el foco de todas las miradas y comentarios, pero no si usamos un calzado “normal” sin separación para los dedos. En fin, cosas de la idiosincrasia del ser humano.

Como iba diciendo, buscaba algo que llamara menos la atención por lo que tuneé las zapatillas más mínimas que encontré, las Adidas Adizero PR. Estas zapatillas era el peso pluma de la marca alemana, pero tenía bastante drop y la horma no era anatómica. En este post está toda la información sobre las zapatillas. Entrené de forma regular y planificada, corriendo a ritmos medios y realizando ejercicios complementarios de multisaltos. Además, prácticamente cada fin de semana participaba en una carrera. El año anterior fue mi salto definitivo al minimalismo y estaba eufórico, corría y corría. Las lesiones no aparecieron, se fueron quedando atrás, como las molestias iniciales de haber cambiado la técnica y el entrenamiento.

El resultado final fue muy bueno: 3h2min. Terminé la maratón quitándole casi 1 hora a la última realizada en el mismo escenario, pero en aquella ocasión corriendo con zapatillas amortiguadas. En temas de sensaciones también fue diferente. Salí muy rápido, pasé los primeros 10 km a un ritmo de 4min/km, pero a medida que pasaban los kilómetros el ritmo iba disminuyendo (iba más lento) hasta que por el kilómetro 35 km apareció el temido muro y por momentos se hizo muy dura.

La euforia junto a la inexperiencia hicieron un mal cóctel que me impidieron rendir al máximo. Pero todo quedó en un segundo plano. Intenté correr la maratón lo más rápido que pude, sin ninguna meta, sin ningún control. Al estilo keniata, sin reloj, dejándome guiar por las sensaciones de sentirme libre de poder correr mirando de frente a las lesiones.

Aquella primera maratón minimalista fue la culminación de un sueño hecho realidad. Guardo muy adentro cada kilómetro. Llegar a meta y levantar los brazos. Me sentía vencedor, había ganado la batalla frente a lo preestablecido, había reaprendido a correr, a correr con lo mínimo, el menos es más materializado. Los que dudaban de que se pudiese correr una maratón corriendo de «puntillas» (así llamaban a correr natural) tuvieron que mirar hacia otro lado, tragarse las palabras y buscar otra carnaza que destripar. Y lo mejor estaba todavía por llegar.

La semana siguiente seguí corriendo y la siguiente. No encontraba el momento de parar, una carrera tras otra, así hasta llegar a Junio donde una molestia en el pie izquierdo me hizo bajar el ritmo y replantear mejoras en la técnica de carrera. Pero como se suele decir,…..esto es otra historia.

Adidas Adizero MinimalistaAquí la segunda parte: Evolución del calzado Barefoot, Maratones de Sevilla. Parte 2ª

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