Desde que en 1976 se estrenara la película «Rocky», la práctica de la carrera se ha convertido en el deporte amateur más practicado en todo el mundo. Esta moda que llegó para quedarse se ha convertido en una fuente de bienestar.

La carrera a pie puede influir en la mayoría de las funciones orgánicas. Diversas investigaciones han demostrado que el ejercicio físico, y concretamente correr, prolonga la vida. Pero, a pesar de los efectos positivos que correr tiene sobre la salud, también puede causar dolor en forma de lesiones, especialmente en las extremidades inferiores.

El país donde más se practica el atletismo es en los Estados Unidos, donde hay más de 24 millones de corredores. Sin embargo, se estima que el 65% de estos se lesionan al menos una vez al año. Ésto supone que 15,6 millones de corredores interrumpen su preparación. Con razón la gente tienen una relación amor/odio con la carrera.

Es uno de los deportes más accesibles económicamente para mantenerse en forma, unas zapatillas y un reloj es lo único que se necesita. Siempre y cuando no aparezcan las lesiones, ya que entonces también habría que sumar los gastos directos de fisioterapéutas, podólogos, quiroprácticos, etc., y los indirectos como el tiempo perdido en los entrenamientos. No es de extrañar que hoy en día correr represente un peligro que se advierte en las revistas, libros, y en todos los consultorios médicos.

La mayoría de la gente aprende a aceptar que, tarde o temprano, se van a lesionar y ante la pregunta de que harán contestan: «Ya veré lo que hago cuando ésto ocurra». La aceptación es total.

Hay muchos publicaciones que ponen de manifiesto el riesgo de lesión para los practicantes de atletismo en función de diferentes parámetros. Entre estos se encuentra la edad, sexo, beber alcohol, horas de entrenamientos, etc…..de todos ellos, sólo la edad tuvo relevación significativa en el aumento del número de lesiones, el resto no afectaba al riesgo de lesión.

Otros estudios muestran que hay datos contradictorios entre el aumento del número de horas de entrenamiento y el de las lesiones en las extremidades inferiores. Lo que sí está claro es que un aumento de la distancia de entrenamiento por semana es un factor importante de protección contra las lesiones en la rodilla. Sin embargo, no está demostrado que un aumento en los días de entrenamiento por semana sea un factor de riesgo para las lesiones en el muslo y que un aumento en la distancia a la semana sea un factor de riesgo para lesiones en los isquiotibiales. Incluso hay estudios que ponen de manifiesto que correr más de 64 km/semana es un factor de riesgo significativo para los corredores masculinos.

Por otra parte, si se tiene en cuenta la técnica de carrera, aproximadamente el 75% de los corredores aterrizan de talón (Hasegawa y colaboradores, 2007). Según varias investigaciones, pero sin poder demostrarse con un 100% de certeza, las probabilidades de lesiones disminuye cuando el corredor realiza el aterrizaje con la parte media o delantera del pie. Esto es así, debido a una menor fuerza en el impacto. Sin embargo, dichas probabilidades aumentan cuando se aterriza de talón.

Un reconocido doctor en medicina deportiva, el doctor Pietro Tonino, jefe de medicina deportiva en el sistema de salud de la Universidad Loyola en Chicago, advierte que las lesiones más comunes en los corredores se producen al atacar el suelo con el talón. Entre ellas se encuentra la fascitis plantar (una dolorosa irritación e inflamación en la planta del pie) y la periostitis (una inflamación de la membrana que recubre a la tibia).

Como conclusión y teniendo en consideración todas las investigaciones realizadas hasta la fecha, y por que no, la experiencia propia y externa, podemos decir que: correr no produce daño al cuerpo, es la forma de correr la que lo ocasiona y causa el dolor.

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