correr descalzo

Hay quien lo cree así. – ¡Correr de metatarso… correr de puntillas… Eso es una nueva moda!

Y puede ser que tengan razón ¿Será correr descalzo otra moda pasajera condenada al olvido como tantas otras?

Sería prolijo realizar aquí una completa relación de los múltiples beneficios que aporta correr, beneficios que todos los que llevamos algún tiempo practicando este deporte conocemos y experimentamos.

Y es que el correr se convierte en algo más que un simple medio para mantener el cuerpo en buena forma. Es el momento de la evasión, del sosiego, del sufrimiento gratificante, de la conversación consigo mismo.

No hay nada más placentero que meterse en la ducha y acabar las actividades diarias después de una intensa sesión de carrera. Sin embargo, la práctica de la carrera trae consigo también unos inconvenientes añadidos que, asimismo, todos sufrimos antes o después.

No hay nada peor que bajar a la calle o al parque con el miedo a los dolores por sobrecarga o lesiones. Tendinitis, periostitis, fascitis y un sinfín de síndromes fantasmales con nombres acabados en “itis” arremeten contra el ilusionado corredor hasta el punto de llevarlo a la mortificación, a la desesperación… y finalmente, en muchos casos, al abandono.

Las clásicas agujetas son una molestia prevista en el decálogo del corredor, pero pasajera, que aparece cuando se inicia una actividad física a la que el cuerpo no está aclimatado. Sin embargo, la lesión atormenta como ninguna otra circunstancia al deportista tanto de élite como popular; simplemente, porque persiste y paraliza.

Correr sin lesionarse es el gran reto del corredor que le permitirá la ansiada progresión; y está demostrado que hacerlo con el metatarso minimiza estos inconvenientes, llegando a hacerlos desaparecer en la mayor parte de los casos.

Aquí no hay nada mágico ni quimérico. Es tan solo volver a los principios, a la forma nativa de correr, con unas piernas libres de aditamentos y postizos; unos pies no tuneados que puedan experimentar un contacto más o menos auténtico con la superficie, activando la amortiguación natural con que cuenta el cuerpo humano.

Investigaciones, estudios científicos, páginas de Internet, libros… nos exponen las ventajas de esta práctica denominada “minimalista” por el reducido tamaño del calzado utilizado; que en muchos casos, tanto se minimiza, que incluso se hace ausente.

Sinceramente, he de decir que me da igual el resultado de tantos estudios y análisis. Tantas cosas me han contado que después no resultaron, que ya creo poco o nada en testimonios. Además, lo que a unos le viene bien, a otros les puede resultar nocivo.

Pero un día probé, y en lo que sí sigo creyendo aun es en mi propia experiencia; y hoy, después de meses de obligado parón, puedo volver a correr con ilusiones renovadas gracias a esta, para algunos, “nueva moda” que ya adopté como propia en mi forma de correr.

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