Basándome en el tipo de preparación física, me gusta distinguir dos grandes grupos de corredores populares: los que siguen un plan de entrenamientos preestablecido por ellos mismos, por un entrenador personal, extraído de alguna web, etc., y los que no, es decir, los que entrenan a su aire sin una programación previa. Los integrantes del primer grupo intentan cumplir sus respectivos planes de manera estricta (o no tanto) por diversas razones (efectividad comprobada, búsqueda de objetivos concretos, método personal, etc), mientras que los del segundo grupo también tienen sus motivos aunque sean otros muy distintos (libertad, sensaciones, desconexión de la rutina, etc). En definitiva, cada uno debe saber por qué hace lo que hace, pero supongo que lo que verdaderamente nos engloba en uno u otro grupo, aparte de la relación que tengamos con el running y lo que esperemos de él, subyace en el tipo de persona que somos y cómo se relaciona eso con nuestro modo de vivir y sentir.

Es muy probable que a muchos de ustedes les pase lo que a mí: si salgo a correr barefoot o minimalista sin saber antes qué es lo que voy a hacer, generalmente la sesión acaba en un “desastre” -descontrol, falta de motivación o malas sensaciones.-, y no es que no disfrute cuando salgo a correr sin más, nada de eso, pero sí reconozco que cuando lo hago con una tarea por completar, la satisfacción que obtengo al acabarla, hace que el entrenamiento cobre otra dimensión. Así, intento disfrutar del día que tengo que hacer series o cambios de ritmo, aunque el sufrimiento sea mayor, o mejor dicho, sea distinto a cuando me toca salir a rodar durante una hora y media sin prestar atención a nada más que a mi respiración y a lo que me rodea. Por supuesto, si por alguna razón -cansancio, tiempo, falta de ganas- no completo el entrenamiento, procuro no frustrarme ni castigarme sin necesidad; al fin y al cabo, el mero hecho de levantarme del sofá y salir a trotar un rato ya es mejor que no hacerlo.

Volviendo a los dos grupos iniciales, supongo que los que siguen algún tipo de entrenamiento metódico, han trazado de antemano una meta a medio-largo plazo, que probablemente haga referencia a la participación en una competición determinada; de esta manera, todas las sesiones de entrenamientos van encaminadas a llegar en la mejor forma posible a dicha prueba. En cuanto a los que pertenecen al segundo grupo, ignoro cómo se enfrentan a sus objetivos competitivos -si es que los tienen-, aunque intuyo que la experiencia y las sensaciones les servirán de guía. Lo probable es que en ambos casos, haya metas bien definidas.

Propósitos y Metas para correr barefoot o amortiguado

Tanto si hablamos de reducir unos kilos de peso corporal o de conseguir rebajar algunos segundos a nuestra mejor marca, existe una meta clara sobre la que cimentar nuestro esfuerzo en los entrenamientos, pero para lograr llegar a ella es necesario previamente haber trazado un propósito. Me explico: cuando decimos “quiero pesar 5 kilos menos”, hemos visualizado nuestra meta, nuestro objetivo: reducir nuestro peso en una cantidad determinada, pero para llegar conseguirlo, debemos formular el propósito, que puede ser: “voy a salir a correr 3 veces a la semana durante media hora para eliminar esos 5 kilos que me sobran”. Por supuesto, y es aquí donde está la clave, no basta con visualizar la meta ni con formular el propósito, sino ha de ser en el conjunto de ambos en donde hallemos la manera de lograr el objetivo final, es decir, saliendo a correr 3 veces por semana, sabiendo que lo que perseguimos es bajar los 5 kilos sobrantes, ni más ni menos…

Por todo esto, debemos evitar que el propósito nos encamine a un lugar distinto de la meta establecida, aunque si aspiramos a conseguir un objetivo demasiado fuera de nuestro alcance, deberemos evaluar concienzudamente las auténticas y realistas posibilidades de lograrlo.

Un acto muy común es visualizar la meta y ponerse a trabajar en conseguirla pero sin realizar previamente un propósito concreto, es decir, intentar alcanzarla sin pararnos a pensar cuál es la mejor manera de hacerlo. Así, nos encontramos a muchísimos corredores populares que se plantean metas irreales para su estado de forma -correr un maratón o un ultramaratón-, y que por no trazar un propósito de manera adecuada -un buen plan de entrenamiento, una evaluación realista de posibilidades, un tiempo adecuado de entrenamiento previo a la competición, etc-, al final, lo que obtienen es una decepcionante retirada o una lesión absurda.

Si a la hora de establecer la meta (“voy a correr un maratón”), hubiésemos realizado un propósito realista, metódico y fundamentado (“tengo que entrenar durante equis tiempo haciendo esto, lo otro y lo de más allá”), seguramente llegaríamos a la gran cita con muchas garantías de éxito, pero en muchas ocasiones nos puede más la excesiva confianza en nuestras posibilidades, lo que nos impide ver la realidad con objetividad.

Al final, simplemente estamos hablando de deseos, voluntades, esfuerzos y motivaciones, aunque si los disfrazamos de metas y propósitos, tal vez nos resulten más fáciles de alcanzar, dominar y disfrutar.

¿Tienes tus metas y propósitos bien establecidos?…

Salud!

11 Comentarios

  1. Buena reflexión, un buen ejemplo es el Ironman de Lanzarote del 2013 participaron más de 1600 y terminaron 19 , meta demasiado ambiciosa.

    Nos vemos.

  2. Más allá de las metas, el simple hecho de correr puede ser placentero, especialmente correr por bosques o terrenos mullidos (aunque no en exceso).

    Si además notamos que corremos de forma fluida, si nuestra técnica es decente, disfrutaremos infinitamente más que saliendo a correr por correr de la forma que sea. Y nos ahorraremos más de una lesión.

    A mí personalmente, me da pereza entrenar o salir a correr si no tengo en mente una competición. Y es una pena, porque lo cierto es que correr, aunque sea obligándome a mí mismo, sienta muy bien a mi cuerpo. Ahora por ejemplo, no entreno nada de nada, pero quizá me veas al cabo de dos meses entrenando 5 o 6 días a la semana. Me crea más adicción correr para competir. Cuando no me siento con ánimo de competir, no siento el impulso de salir a correr aun siendo consciente de que me iría bien.

    Tengo muchos ex compañeros que, a diferencia de mí, nunca han dejado de correr aunque no compitan. Entonces me digo, eso es lo que debería estar hacindo yo, me sentiría mucho mejor. Pero mi pereza cuando no hay competición de momento puede más que mi sentido común.

    Todas las metas u opciones son buenas, pero ante todo, lo recomendable es que, si se corre, es muy preferible poner énfasis en el cómo se entrena (técnica y planificación del entrenamiento) que el cuánto se entrena. Y en esta página web, por fortuna, se pone énfasis en correr bien, porque se disfruta mucho más. Del mismo modo que se disfruta más del ténis y del golf cuando se juega boen y se trata de deportes insufribles de practicar cuando se tiene mala técnica, porque uno acaba pasando más tiempo agachado, buscando o persiguiendo la dichosa pelotita que corriendo.

  3. Procuro elegir mis objetivos con coherencia para preservar mi salud y no comprometer mi vida personal. Soy metódica en los entrenamientos y confío en el entrenador plenamente, pero mi meta no es tanto una marca sino cruzar la meta con buenas sensaciones y con ganas de afrontar un nuevo reto. El trabajo bien hecho creo que no te permite correr necesariamente más rápido, pero sí prevenir lesiones o frustraciones innecesarias. En todo caso, cada cual debería saber qué es lo que más le conviene, y no todos somos iguales

  4. Pertenezco al segundo grupo de corredores, habiendo pertenecido al primero. El motivo del cambio no es otro que llevar una vida plena y feliz, me explico. El correr con una «competición» en mente, te impide disfrutar de la experiencia de correr, te carga de stress, te secuestra la vida familiar, te castiga el cuerpo, etc…; según mi experiencia.
    Ahora, salgo cuando me apetece, corro según sensaciones, si me apetecen series las hago, tirada larga, la hago, entrenamientos de calidad, etc…, con un poco de cordura. Disfruto el doble y no noto que me haya bajado el rendimiento. Más bien al contrario, pero de todas formas no es lo que busco.
    Enhorabuena por tus artículos. Me gusta mucho tu visión.

    Un saludo!

  5. Pertenezco al segundo grupo, corro porque disfruto corriendo, al igual que no hago series porque no me gusta, y me resulta una pérdida de tiempo para mí.

  6. Si pretendemos mejorar nuestras marcas al principio (dos tres primeros años) es fácil; después es diría «casi imprescindible», una adecuada planificación del entrenamiento. Con sus macrociclos, sus microciclos, sus tácticas, sus técnicas, sus metodologías y sus objetivos adaptados, si es posible, a cada individuo. Y esos objetivos pasan casi siempre por la competición… Pero tengo una primicia para todos vosotros: el deporte competición no es en absoluto lo mismo que el deporte salud, buscar el límite de uno mismo tiene el peligro de quizá encontrarlo.
    Correr es una actividad gratificante y saludable que se justifica a si misma en uno mismo. Competir está bien, es motivante, socializante, educativo, nos ayuda a dar lo mejor de nosotros gracias a los otros y además debería ser divertido. Pero la competición también puede ser lesiva, extresante, desagradable, frustrante… Y puede dar lugar a prácticas tan poco edificantes e incluso peligrosas como la trampa del doping.
    Cada uno sabrá las razones por las que corre. Hacer marca personal está bien, pero que no os obsesione. Cuando fui corredor buscaba esa marca ¿sabeis a qué me condujo esa búsqueda? a una tendinosis aquilea crónica que aún vigilo porque sé que me vigila. Afortunadamente ahora ya no soy corredor, ahora soy Corriente y sin renunciar a lo bueno que tiene la competición, de lo que de verdad disfruto es de mis solitarios rodajes crepusculares de ida y vuelta hasta el bosque. Espantando a las ardillas, escucho como hacen músicas los sonidos de mi respiración y mis pisadas. Con la luz que deja el sol después de puesto, compito con las variadas melodías de los ruiseñores y si tengo suerte algunas veces me dejo ganar por el monótono y potente trino del chotacabras ¡esos si que son pulmones!
    Como veis me gustan los pájaros… A ver si tengo suerte y un día conozco a esta»urraca ladrona» que me hace pensar con sus atinadas reflexiones.
    Salud.

  7. Gracias a todos por los comentarios, y en especial a Corriente; palabras como las tuyas hacen que disfrute aún más del placer de correr y de escribir.
    Para esta «urraca ladrona» será también un placer conocerte 😉

    Salud!

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