Para abordar este tema vamos a hablar de dos historias en cierto modo paralelas, que comenzaron ambas alrededor de la década de los 60, que ganaron fuerza en los 70, y que alcanzaron su punto máximo en los 90.

La primera de ellas trata de la hiponatremia asociada al ejercicio (HAE). Aclarando, y sin entrar en detalles, podemos definir este tipo de hiponatremia, como la ingesta excesiva de agua por parte de los corredores (deportistas) que puede derivar una caída en los niveles de sodio en la sangre, provocando la entrada de demasiada cantidad de agua en las células y su consecuente inflamación. Como resultado, el deportista siente dolores de cabeza, confusión, y en casos severos, convulsiones o incluso la muerte. Aunque la ingesta masiva de agua no es la única razón de este fenómeno, sí se está de acuerdo que en gran medida es el principal precursor de la hiponatremia.

La segunda historia comenzó cuando Bill Bowerman decidió poner una cuña bajo el talón de las zapatillas porque creía que correr con una ligera inclinación ayudaría a impulsar a los corredores y hacerlos más rápidos. Por esa misma época, y de manera independiente, los científicos confirmaban que los impactos producidos al correr incidían negativamente en las articulaciones, especulando con que fuese la causa de problemas de artritis, calambres en las piernas, dolor de rodilla, etc.

marketing de Nike

En la primera historia, la conclusión a la que se llegó fue algo así como «si la disminución de sodio en la sangre es el causante de todos los problemas relacionados con la HAE, vamos simplemente a crear un producto que restaure esa carencia». ¿Y cuál fue el producto?… En 1965 se inventó el Gatorade para el equipo de fútbol americano «Florida Gators» (con su curiosa historia y su guerra de patentes en la que estuvo inmersa hasta la propia Universidad de Florida), y en vista del éxito comercial, los vendedores sólo tuvieron que extender el imperativo de que todos los atletas necesitaban beber ese producto a menudo, si no querían que su rendimiento se viese afectado (incluso aunque la ciencia dijera que el contenido en sodio de cada ración recomendada no era suficiente como para elevar adecuadamente los niveles en sangre).

En el segundo relato sucedió algo parecido, y aprovechando (en cierta manera tergiversando) las investigaciones científicas en materia de lesiones deportivas citadas más arriba, la industria y el marketing crearon la ilusión de que podían proteger las articulaciones de los corredores simplemente añadiendo más amortiguación en la zapatilla. A partir de ahí, todos conocemos la historia; según los fabricantes, las zapatillas para correr se convirtieron en un instrumento tan tecnológicamente avanzado y seguro que prácticamente era imposible lesionarse, siempre y cuando se usase el par apropiado para correr (tipo de pie, pisada, etc.)

Por supuesto, ninguna de las dos historias tuvo un final feliz; los casos de HAE siguieron apareciendo (y aumentando) y los corredores siguieron lesionándose (en cifras alarmantes).

¿No hubiese sido mucho más sencillo, en lugar añadir sodio a una bebida para evitar la hiponatremia, beber menos cantidad de agua?… O en lugar de transformar las zapatillas para correr en instrumentos tecnológicos llenos de «aditivos», ¿no hubiese tenido mejores consecuencias haber formado adecuadamente a los corredores en desarrollar una técnica de carrera correcta?…

En ambos casos, por desgracia, comprobamos cómo el engranaje del marketing se impuso a la ciencia y al sentido común gracias a las ventas, los beneficios, los intereses y la fama.

Ahora, por fortuna, más y más personas están tomando conciencia de las realidades acerca de la hidratación deportiva, y el calzado está experimentando otra sutil evolución alejada del ya clásico paradigma del pronador/neutro/supinador, para pasar a un espectro más amplio de opciones en los que los conceptos de «minimalismo» y «maximalismo» adoptan y aportan otras variantes de entender el mundo del «running».

Traducción e interpretación de: http://www.9run.ca/2014/03/why-marketing-sometimes-trumps-science.html

2 Comentarios

  1. Gran artículo. En efecto, primero nos venden una nueva idea como algo mejor, después las promocionan con la publicidad y el apoyo de las organizaciones. Como son ideas que nadie ha probado de verdad, luego vienen las sorpresas. Pero no hay problema, sacan otro nuevo producto «mejorado» para «solucionar» esos problemas…

    Pongo las comillas, porque las bebidas isotónicas comerciales como Gatorade, generan nuevos problemas en el organismo. Incorporan sales refinadas para suplir la carencia de sales del cuerpo por el abuso de agua, pero las sales que aportan estas bebidas son químicas y están descompensadas, pudiendo provocar subidas de tensión, más trabajo para los riñones, etc. ( Ver http://www.blogdelrunner.com/cual-es-la-mejor-bebida-isotonica-del-mundo/ )

    Y qué decir de las consecuencias de la amortiguación del calzado para el organismo… en fin, grandes ideas que cada vez nos hacen más dependientes de numerosos productos que antes no eran necesarios para poder correr.

    Hay que hacer negocio y para eso nada mejor que crear necesidades.

    Un saludo compañero!

  2. Entonces cual es la solución para el primer caso?, beber menos agua no debe serlo, porque en carrera, la perdida de agua es muy elevada, y además es exponencial con la distancia, se gasta mucho menos en la primera hora que en la 3º o 6º hora de correr.

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