La lógica nos dice que el desarrollo científico, la aplicación de nuevos materiales de fabricación y las avanzadas técnicas de diseño en el calzado moderno, deben repercutir positivamente en el estado de salud de los pies. Aplicando esta lógica, los «problemas» surgidos de la relación entre las extremidades inferiores y el calzado habrían tenido que ir en clara disminución con el paso de los años, pero observando el alto número de personas con deformaciones no congénitas en los pies, los cuantiosos problemas de columna y espalda, lesiones en corredores, plantillas prescritas por podólogos, correctores de pisada incorporados en zapatillas, etc, no hay que pensar mucho para darse cuenta de que algo se está haciendo mal.

¿Por qué digo esto?, pues porque es imposible que el ser humano, culmen de la evolución, poseedor de un cerebro y cuerpo prodigiosos y capaz de adaptarse a todo tipo de condiciones, disponga de unas extremidades inferiores (pies) tan pobremente diseñados y necesitados de tratamiento corrector y/o protector.

El calzado moderno

Dejando a un lado las extremidades con deformidades congénitas, enfermedades o auténticos problemas morfológicos, con observar alguna lámina escolar de anatomía básica sería suficiente para darnos cuenta de que los pies son un portento dentro del mundo evolutivo, y si tienen «problemas» que no están incluidos en los anteriores, éstos no pueden ser debidos a su forma natural ni a su uso (mal uso según algunos), sino a factores externos que perjudican o interfieren en su función y desarrollo natural.
¿Y cuáles son los factores externos?… Muchos dirán: las superficies agresivas del mundo moderno sobre las que desarrollamos nuestro día a día como el cemento o el asfalto, el infernal e incesante ritmo de vida que llevamos y otros argumentos poco válidos o convincentes. Y yo me pregunto: ¿Cómo es posible que nos hayamos adaptado en mayor o en menor medida a los importantes cambios industriales, científicos o tecnológicos en las distintas sociedades a lo largo de los siglos y nuestros pies no hayan sido capaces de hacerlo?… De ninguna manera. Las razones para los supuestos «problemas» no congénitos de los pies habría que buscarlas en uno de los elementos provenientes de dichos cambios sociales: el calzado moderno.

los pies no necesitan calzado modernoMuchos creemos que el calzado moderno ha hecho un flaco favor a nuestro estado de salud, ya que nacidos en su origen como instrumento protector de agresiones externas al caminar o correr, se han convertido en auténticos «cinturones de castidad» para nuestros pies imposibilitando su función natural, su trabajo sensorial y en muchas ocasiones su desarrollo; no sólo hablo de calzado deportivo sino también del «casual» (sobre todo el femenino), causante de muchos dolores de pies, piernas, cintura, espalda y cuello.

Ante semejante panorama, mis miradas se dirigen a tres puntos en concreto: los consumidores, los fabricantes de calzado y la comunidad médica.

Nunca se debe generalizar, pero en el caso de los consumidores, me atrevería a decir que por norma, compramos lo que nos venden, usando para ello un criterio adulterado por la publicidad y totalmente influenciado por la oferta, es decir por lo que encontramos en las tiendas. De esta manera, y sin querer quitarnos parte de la «culpa», quedamos excusados basándome en que al fin y al cabo somos víctimas de nuestra propia ignorancia. Además, aparte de ser los perjudicados, pagamos cifras astronómicas por el «calzado de última generación» y por las consecuentes consultas y remedios recetados para aliviar nuestras dolencias podales…

Con respecto a los fabricantes y comerciantes hay poco que hacer, ya que salvo raras excepciones, la salud y el bienestar de sus clientes les importa bien poco; mientras haya beneficios no hay de qué preocuparse.

Calzado modernoY en lo que se refiere al tercer grupo, no seré yo quien desde esta plataforma ponga en duda la labor del podólogo y/o el traumatólogo (principalmente), pero sí me atrevo a afirmar con total seguridad que tienen gran parte de responsabilidad en todo el asunto. No tanto por cómo afrontan los problemas de sus pacientes (doy por supuesto que el código del buen hacer o deontológico siempre estará presente entre los profesionales), sino porque su labor científica y experimental no ha logrado mejorías en la salud podal de la sociedad. Ante semejante plaga de deformaciones y lesiones no congénitas, ¿cómo es posible que se les ocurra que la solución pasa por recetar cuñas, plantillas y correctores?… ¿acaso creen de veras que el ser humano dispone de unas extremidades inferiores tan defectuosas?…¿y además en un número tan elevado de individuos?… Salvo algunas excepciones, probablemente estos profesionales se limiten a reproducir lo aprendido en sus académicos estudios y a no preocuparse por hacerse este tipo de preguntas, ya que si no, la lógica de la que hablaba en los primeros párrafos, se hubiese impuesto desde hace décadas y los pies serían tratados como se merecen.

Quizás me equivoque, pero hasta que no me demuestren lo contrario, seguiré pensando que es el calzado moderno, su nefasto diseño y su prescripción desde temprana edad el causante de la mayoría de deformidades, dolores, molestias y lesiones en las extremidades inferiores y/o en alguna otra parte del cuerpo. Creo firmemente que todo eso se solucionaría (o por lo menos se aliviaría) si el calzado se viese como lo que es: un simple instrumento para evitarnos agresiones por abrasión y protegernos del entorno hostil. Para el resto de las funciones locomotrices ya venimos «de fábrica» con uno de los mejores inventos: los pies.

 

Salud!

7 Comentarios

  1. Poner botas ortopédicas a los niños por tener los «pies planos» era una costumbre muy extendida cuando mis hijos eran pequeños y no había más solución por parte de los traumatólogos, sin hablar de las «únicas» ortopedias que existían para comprar las botitas…
    Muy interesante tu opinión.

    • Yo desde hace tiempo le llamo a las zapatillas amortiguadas «zapatillas ortopédicas» pues es lo que realmente son.
      Como dice la gazza las funciones locomotrices (amortiguación, estabilización, etc etc ) ya vienen de serie en nuestros pies.

  2. No te falta razón. Pero en muchos casos el daño ya esta hecho, y creo que no se puede revertir 20, 30 o 40 años en unos pocos meses. Y si es posible quisiera encontrar el camino…

    • Sorprendentemente para lo malo, pero también para lo bueno, nuestros pies son muy «obedientes» y se adaptan a los cambios más rápido de lo esperado. No podemos revertir lo hecho en 20 años en pocos meses, pero sí que es tiempo suficiente para observar cambios significativos en la morfología de nuestros pies.

      Yo llevo algo más de un año con esto y en ese período mis pies han cambiado y mucho. Eso sí en mi caso hice una inmersión total. En mi día a día también llevo calzado minimalista. por cierto yo llevé durante 40 años calzado tradicional.

  3. Muy buena informacion pero en la sociedad que vivimos parece que este mal visto el ir descalzo por la calle, se nos mira como bichos raros. De todas maneras yo en mi dia a dia voy todo lo que puedo con las minimalistas y no espero cambiar mis pies en 4 dias, esto es una labor de muy poco a poco. Un saludico.

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