YO QUIERO SER MINA
Esta que veis en la foto, acicalándose el bigote es Mina, una perra que con un año y medio, ya corre por montaña que vuela.
Al principio empecé a sacarla para hacer senderismo y me fui dando cuenta que se le quedaba corto este deporte. Saltaba continuamente sobre las rocas, hacía veloces carreras cortas de ida y vuelta, giraba en torno a mí, hacía sus necesidades y tranquilamente y sin esfuerzo aparente, me alcanzaba sin mayor dificultad.
En las pendientes más duras, atajaba campo a través y desde lo más alto me esperaba, con una mirada que transmitía entre aburrimiento, risa y desafío.
Pasado un tiempo prudente para que, según el veterinario y diversos libros que uno se compra sobre el perro junto con el kit básico que te venden, paso a sacarla a correr, si es que ya no lo hacía antes por naturaleza. He empezado con media hora hasta alcanzar gradualmente las dos horas seguidas, descontando las paradas técnicas para beber agua y expulsarla según el ciclo de la vida, ya sabes.
El caso es que yo que pensaba ser un pequeño héroe, al realizar rutas de montaña de dos horas, con ramblas, subidas y descensos vertiginosos; pero no, porque Mina, la perra recién llegada a casa y la que yo consideraba acompañante, se ha convertido en mi gran rival, la que tira del carro, la que me espera sentada en lo alto de una loma a que yo llegue con la lengua fuera y goteando sudor por la barbilla. Cuando la alcanzo, casi jadeando, le digo “muy bien Mina, ¡vamos, sigue!”,vamos como si me entendiera, pero no me doy cuenta de que no me sale ni la voz del cuerpo.
Me gustaría saltar por las rocas como Mina, pegar cambios de ritmo como los suyos y volver caprichosamente sobre mis pasos cuantas veces quisiera, reconocer los distintos caminos y atajos sin necesidad de GPS, detectar la presencia de otros animales cercanos, saltar de alegría cada vez que piso la tierra de la montaña.
Quizás nunca llegue a ser como ella, pero sí observarla y aprender. ¿Por qué no correr descalzo como Mina?, esto me acercaría más a la tierra que piso, a sentir y palpar cada rincón de mi recorrido, hacerlo más natural, prestando más atención al lugar donde piso, en definitiva a vivir más intensamente el deporte que amo, las carreras de montaña.
