2ºC. Carme Niebieska. Letras

Al principio pensamos que era una broma… Es cierto que en verano siempre se nos permite respirar un poco más de aire fresco… pero esto fue toda una sorpresa. No estábamos en la playa, donde se nos deja a nuestro antojo, donde nos masajea suavemente esa arena blanda y tibia… No, no era la playa. Estábamos en un sitio duro, fresco… Y sin embargo, nos habían descalzado. Aquello era una incógnita. Nos fuimos dando cuenta de que al pasar ligeros sobre el suelo notábamos piedrecillas y ramitas. Hierba húmeda y tierra suelta. ¿Qué estaba sucediendo? Poco a poco sentimos que un vigor renovado nos invadía, que una energía insólita se apoderaba de nosotros y nos hacía correr como el viento.

Hubo momentos duros, hubo tropiezos. Aquel guijarro que no vimos a tiempo y pisamos con el talón… y aquellas hojas resbaladizas que escaparon a nuestra atenta vigilancia. Pero aun así, ¡qué día aquel! ¡Qué sensación de libertad!

Éramos libres de movernos como quisiéramos, de percibir por nosotros mismos los peligros, las pendientes, los tramos mojados y la dureza de las piedras. Éramos nosotros mismos los que nos agarrábamos con fuerza al suelo para evitar la caída, los que preservábamos el equilibrio en el momento más arriesgado. Sentimos que por primera vez se confiaba en nosotros como verdaderos guías del camino.

Y sentimos que esto no era algo nuevo, sino algo que recuperábamos, que volvía a nosotros. Algo que latía en nuestra sangre y en nuestros músculos, esperando, desde tiempos ancestrales.

 Carme Niebieska