- 18 Oct 2011, 09:03
#3219
Primera entrada - (hago esta primera entrada consciente de que la 2ª tendrá que esperar unas semanas)
Para escribir esta entrada, he evitado leer vuestros diarios, para no "contaminar" mi experiencia.
Os pongo un poco en antecedentes: Tengo 41 años y comencé a entrenar con asiduidad y un poco de método hace un
año exactamente. Hasta entonces era (y sigo siendo) aficionado a la bici de montaña. Hace un año cuando,
animado por un amigo, empecé a plantearme participar en carreras populares, mi ritmo era de 6,1 min/km. en una
distancia de unos 10 km. Durante este año, por daros unas referencias, mis mejores ritmos han sido: 4,39 en 5
km; 4,5 en 9 km y acabé mi hasta ahora única media maratón en 1:56 (aunque reservé mucho, por ser la primera, y
acabé con ganas de más). Como veis tiempos más bien discretos, aunque eso me importa más bien poco.
Las lesiones me han respetado ya que sólo he notado alguna sobrecarga en las rodillas y en el tendón de
aquiles. No me han respetado las enfermedades, pues pasé el invierno resfriado, aunque continué corriendo, y todo el verano
con otitis. Hasta ahora habitualmente no enfermaba facilmente. Será la edad.
Antes de ayer salí a hacer una tirada de hora y cuarto aproximadamente, y en un momento dado me quité las
zapatillas para probar. Se supone que debería haber corrido un kilómetro descalzo (o eso he leído por ahí),
pero corrí tres. ¿Qué sentí?
Primero, mucha ilusión: me encanta andar descalzo y me sentía feliz de probar a correr descalzo. Estaba como un
niño sin zapatos nuevos.
Además, y a medida que avanzaba metros, me sentía inseguro sobre casi todo: no sé si aterrizaba como debía, si
llevaba correctamente flexionadas las rodillas, si mi cuerpo iba vertical, si llevaba la cadencia adecuada. A
veces trataba de aterrizar con la almuadilla del pie, y a veces trataba de despreocuparme y simplemente correr.
¿Cómo puedo saber si lo hacía bien? ¿Debo esforzarme en tratar de poner bien el pie, o eso lo hace la mente
instintivamente?
El terreno era un camino más bien arenoso, en gran parte muy compactado por la sequedad de estos días, y en
parte con arenilla suelta. De vez en cuando una chinita se me pegaba a la piel y me perseguía durante unos
pasos. Me causaba un dolor ligero. Sí notaba el roce del camino en la piel.
Comencé a unos 6 min/km y terminé a 5,5 min/km; podía ir más rápido pero me concentraba en hacerlo bien, en
cambiar la técnica. Al mismo tiempo, trataba de relajar el cuerpo y disfrutar.
Al terminar y calzarme de nuevo, noté por primera vez en mi vida el peso de las zapatillas (unas Asics
normalitas). Había leído sobre el peso de las zapatillas, pero nunca había sido consciente. Y sí, las
zapatillas pesan.
Los pies terminaron limpios, tan solo blanquecinos por el polvo del camino, pero con tres ampollas en cada pie:
Una relativamente grande en cada almohadilla, y dos relativamente pequeñas en las yemas de los dos dedos
centrales. Una ligera sensación de quemazón. Hoy me he levantado con agujetas en los gemelos.
El domingo correré la media maratón de Valencia, donde trataré de cubrir la distancia lo más dignamente
posible, ya que llevo dos meses en los que sólo he entrenado tres días por culpa de la otitis. Por cierto este
último día me sentí bien e hice una media de 5,5, aunque la verdad es que no intenté ir más rápido.
Así pues, aparco la transición al menos hasta que pase la media de Valencia. Ya os iré contando.
Agradecería enormemente que arrojaseis un poco de luz sobre mis inseguridades y dudas. Estoy muy ilusionado con
esta experiencia. Me encanta andar descalzo. Ahora voy a leer vuestros diarios. Un saludo amigos.
Thalasa
Para escribir esta entrada, he evitado leer vuestros diarios, para no "contaminar" mi experiencia.
Os pongo un poco en antecedentes: Tengo 41 años y comencé a entrenar con asiduidad y un poco de método hace un
año exactamente. Hasta entonces era (y sigo siendo) aficionado a la bici de montaña. Hace un año cuando,
animado por un amigo, empecé a plantearme participar en carreras populares, mi ritmo era de 6,1 min/km. en una
distancia de unos 10 km. Durante este año, por daros unas referencias, mis mejores ritmos han sido: 4,39 en 5
km; 4,5 en 9 km y acabé mi hasta ahora única media maratón en 1:56 (aunque reservé mucho, por ser la primera, y
acabé con ganas de más). Como veis tiempos más bien discretos, aunque eso me importa más bien poco.
Las lesiones me han respetado ya que sólo he notado alguna sobrecarga en las rodillas y en el tendón de
aquiles. No me han respetado las enfermedades, pues pasé el invierno resfriado, aunque continué corriendo, y todo el verano
con otitis. Hasta ahora habitualmente no enfermaba facilmente. Será la edad.
Antes de ayer salí a hacer una tirada de hora y cuarto aproximadamente, y en un momento dado me quité las
zapatillas para probar. Se supone que debería haber corrido un kilómetro descalzo (o eso he leído por ahí),
pero corrí tres. ¿Qué sentí?
Primero, mucha ilusión: me encanta andar descalzo y me sentía feliz de probar a correr descalzo. Estaba como un
niño sin zapatos nuevos.
Además, y a medida que avanzaba metros, me sentía inseguro sobre casi todo: no sé si aterrizaba como debía, si
llevaba correctamente flexionadas las rodillas, si mi cuerpo iba vertical, si llevaba la cadencia adecuada. A
veces trataba de aterrizar con la almuadilla del pie, y a veces trataba de despreocuparme y simplemente correr.
¿Cómo puedo saber si lo hacía bien? ¿Debo esforzarme en tratar de poner bien el pie, o eso lo hace la mente
instintivamente?
El terreno era un camino más bien arenoso, en gran parte muy compactado por la sequedad de estos días, y en
parte con arenilla suelta. De vez en cuando una chinita se me pegaba a la piel y me perseguía durante unos
pasos. Me causaba un dolor ligero. Sí notaba el roce del camino en la piel.
Comencé a unos 6 min/km y terminé a 5,5 min/km; podía ir más rápido pero me concentraba en hacerlo bien, en
cambiar la técnica. Al mismo tiempo, trataba de relajar el cuerpo y disfrutar.
Al terminar y calzarme de nuevo, noté por primera vez en mi vida el peso de las zapatillas (unas Asics
normalitas). Había leído sobre el peso de las zapatillas, pero nunca había sido consciente. Y sí, las
zapatillas pesan.
Los pies terminaron limpios, tan solo blanquecinos por el polvo del camino, pero con tres ampollas en cada pie:
Una relativamente grande en cada almohadilla, y dos relativamente pequeñas en las yemas de los dos dedos
centrales. Una ligera sensación de quemazón. Hoy me he levantado con agujetas en los gemelos.
El domingo correré la media maratón de Valencia, donde trataré de cubrir la distancia lo más dignamente
posible, ya que llevo dos meses en los que sólo he entrenado tres días por culpa de la otitis. Por cierto este
último día me sentí bien e hice una media de 5,5, aunque la verdad es que no intenté ir más rápido.
Así pues, aparco la transición al menos hasta que pase la media de Valencia. Ya os iré contando.
Agradecería enormemente que arrojaseis un poco de luz sobre mis inseguridades y dudas. Estoy muy ilusionado con
esta experiencia. Me encanta andar descalzo. Ahora voy a leer vuestros diarios. Un saludo amigos.
Thalasa