- 02 Ene 2018, 12:01
#41765
Feliz año a todos!!!! Os cuento como he despedido el año.
En la San Silvestre de mi pueblo, he vivido una de mis experiencias descalcistas más duras desde que estoy en esto. Puede que haya sido la más dura. Me apetece compartirlo con vosotros, y apuntarlo en mi diario; ya que el frío extremo corriendo descalzo, parece que es, limitante. Yo ya no lo tengo tan claro.
Esta San Silvestre, no es una carrera como tal. Nos juntamos varias personas del pueblo. Unas veces 6 o 7, y otras 13 o 14, de momento nadie más. Nos ponemos un dorsal (usado de otras carreras) y nos cascamos dos vueltas a un circuito de 5 km durísimo. Subidas, bajadas, piedras, barro, asfalto roto.....Todo esto 'picado' con un amigo. O gana él, o lo hago yo.
Me ganaba él desde que empecé en el minimalismo, y dejé de participar en la SS de Madrid....., hasta el año pasado que le gané al sprint, tardando 46 minutos en los 10 km. Siempre la corrí con sandalias de 5 mm, debido al camino de piedras que hay, durante por lo menos un kilómetro y medio en cada vuelta.
Aquí, cuando pasas la meta, te vas directo a la barra del bar, ya que no hay ni trofeos, ni ceremonias, ni leches..... solo comentas la carrera con una cerveza en la mano. Y te vas preparando para la juerga nocturna de Nochevieja.
Pues bien, este año él no ha podido participar, por lo que para mi sería un entrenamiento. Ganaba yo seguro, porque al siguiente le puedo sacar tres minutos fácil, o mucho más.... Para mí, la carrera había perdido su gracia, aunque no su espíritu, que es indestructible. ¿Cuál podía ser mi reto?. Estaba claro..... hacerlo descalzo. Pensaba que así no ganaría, al tener que andar, esquivar piedras, etc... Y la carrera tendría más gracia para los aficionados.
Y descalzo fui a la salida, con el suelo helado, mojado, y amenaza de lluvia, a las 14:30 de la tarde.
Fue sonar el petardo que daba la salida, y empezó a granizar. Una granizada infernal. Viento helado. El barrillo que envolvía las piedras y reblandecían el terreno, desapareció. Todo eran charcos de barro con hielo flotante y las piedras se lavaron.
Como era lógico, se me congelaron los pies en menos de 500 metros. Si eramos unos 12, abandonaron cuatro o cinco. Les grité para que siguieran.... y algunos me hicieron caso..... no me iba a quedar sufriendo yo solo.......
Y empezó el infierno......no llevaba chubasquero, descalzo, calado, pffff. Era tal el frío, que me importaba una mierda pisar piedras, yo solo quería acabar cuanto antes y evitar chapotear en los charcos helados lo máximo posible.
En la primera vuelta, solo un amigo me seguía a unos cincuenta metros. En las bajadas se me acercaba mucho, pero en las subidas me alejaba de él.
El final de la vuelta, después de subir el puerto y el camino de arriba.... que había sido el pedregal.... era una bajada de barro arcilloso muy empinado. Y muy difícil, porque resbalabas cada paso y romperse la crisma era inminente. Sobrevivir a la bajada, te llevaba a la carretera de asfalto roto con pelotas de granizo rellenando los baches. Ahí mi amigo casi me coge, pero al llegar a la subida final me volví a escapar. Y ahí abandonó (este no era duro como mi otro amigo....)
Me quedé solo, los que me seguían iban demasiado atrás.
Solo el trozo inicial era una pradera aparentemente agradable, pero la hierba mojada casi era peor que las piedras, con ese frío.
La segunda vuelta solo corría intentando analizar las sensaciones, para aprender lo más posible de mi terrible experiencia.
Y cual sería mi sorpresa, que los pies dolían de frío, dedos gordos congelados, empeines machacados por la piedras de granizo (terminó de granizar antes de acabar la primera vuelta);......pero corría como si llevase zapatillas. Pasaba por las piedras, los charcos, el barro, con mucho menos cuidado de lo habitual. Al perder sensibilidad, no te pinchas con nada, solo sientes pies dormidos por el frío. Y solo me preocupaba por no caerme e ir lo más rápido posible. Hice varios kilómetros en menos de 5 min/km, y solo me relajé un poco al final.
51 minutos fue el tiempo total. Contando con que perdi mucho al principio y algo al final.
Nadie me esperaba en meta, así que entre al bar......Jajaja..... Os podéis imaginar como me esperaban todos pegados a la estufa. Yo entré como si nada, pero cada vez que pisaba el suelo con el pie izquierdo, la huella era roja. Sangraba bastante.
Pegado a la estufa, me empecé a quitar el barro con papel, para intentar descubrir la avería. Resultado:
Ampollas negras en muchos dedos, y alguna en el metatarso. La sangre era por dos de ellas, que se habían roto.... Y nada más.
Esta experiencia me ha servido para saber que si corres por las piedras si preocuparte de ellas (cosa que nunca podemos hacer porque duele) solo te salen ampollas. No se rompe nada. Por lo menos, en mi estado actual de cuatro años y medio de transición.
Ahora ando fatal, dolorido por esas ampollas y los pies algo hinchados, pero creo que en dos o tres días (cuando se curen las ampollas) ya podré volver a correr descalzo. Pero como me voy a esquiar el próximo finde y la semana siguiente..... tengo tiempo para recuperarme para la Batalla de Munda.
Tenía que apuntarlo en mi diario, por si os viene bien a alguien.
Solo os digo que, de momento, no lo pienso repetir, jajaja