- 13 Nov 2016, 18:54
#36534
Bueno, pues allá va mi crónica.
Era mi decimoséptima Behobia-San Sebastian (he tenido que mirarlo; la primera fue en el año 1992, Oh My God), pero la primera descalzo, así que ha sido especial.
Tenía dos preocupaciones. Una el clima, que finalmente ha sido muy bueno para correr. Ha llovido antes de la salida, pero no recuerdo haberme mojado durante la prueba. Temperatura ideal, unos 13-14 grados, que han posibilitado buenas marcas. La otra preocupación era mi pie derecho. Me lo abrí entrenando el pasado domingo, no sé cómo. Supongo que el frío que hizo y que no sentía apenas los pies hizo que pisara mal y demasiado fuerte. Hasta llegar a casa ni me enteré. Me ha pasado dos veces en un año, ambas con los pies congelados, así que no parece casualidad. Lunes y martes no podía andar con normalidad, pero poco a poco la heridita se fue cerrando casi por completo. Hoy, ningún problema.
No he visto a ningún otro descalcista en la salida, aunque los había. Sé que Pablo andaba por ahí (menudo tiempazo!), y supongo que alguno más habría. A mi paso no he parado de oír desde el público "otro descalzo". Por mi parte, he aguantado hasta el último momento para quitarme las zapas destartaladas que llevaba para no enfriarme. Un rato parado y salida.
Desde luego, hay carreras con peor asfalto. Aunque no todo es una alfombra, casi siempre hay alguna escapatoria. He tratado de ir siempre cerca de alguna raya blanca, central o del arcén, por si tenía que echar mano (o pie) de ella. Casi no ha hecho falta, aunque recuerdo algún momento, cerca del km 16, donde me han venido bien. De todos modos, esa raya central no es demasiado lisa en muchos tramos, sino que está algo fracturada al juntarse bajo ella las dos capas de asfalto de cada carril, y la raya del arcén suele estar algo sucia de gravilla. He intentado no molestar demasiado a la gente con mis movimientos a derecha e izquierda, siempre buscando el mejor firme.
Apenas he recibido comentarios. Los típicos de "fenómeno", "qué huevos" o "has perdido alguna apuesta?", que me daban más vergüenza que otra cosa. Un chaval se ha interesado de verdad y me ha interrogado sobre las piedras, si se nota mucho, que cuánto llevo entrenando, etc. Caerá dentro de poco, fijo. Mejor para él.
Hasta el alto de Gaintxurizketa he ido más o menos tranquilo, más preocupado de pisar bien y de encontrar el asfalto más limpio posible que de otra cosa. Iba un poco más lento que cuando iba calzado, así que con margen para apretar en una subida que hoy se me ha hecho fácil, no como otras veces. Era a la larga bajada a la que más miedo le tenía. Me preocupaban los talones en este tramo; era como si frenaran. Bajando descalzo pierdo claramente velocidad respecto a mis tiempos calzado, pero bueno, no ha sido para tanto.
El cambio de trazado de hace dos años me parece un acierto. Aunque ahora la carrera es algo más lenta, las zonas de Rentería y Pasajes, repletas de público, contrastan con la soledad que se vivía en la travesía del puerto. Esta zona se me ha hecho corta. Adelantando gente, encontrándome de repente con los carteles de los kilómetros (qué buena sensación no tener que ir buscándolos en la lejanía), olvidándome por completo de que iba descalzo a no ser por comentarios sueltos que oía de entre la gente.
Y así llegó Miracruz, un calvario casi siempre que hoy se ha convertido en placer, sobre todo porque ahí tenía a la familia y amigos esperando para animar ("aupa hankazikin!"). Llegar al Arzak y empezar a bajar hacia Gros por un asfalto fino ha sido un auténtico placer. Lo mismo que encarar la recta final acelerando lo que podía para arañar unos segundos que no van a ninguna parte. Meta y 1:32:26. Miro ahora el cuaderno y resulta que es casi el mismo tiempo que hace dos años con las Bare Access. Aunque algo lejos de mis mejores tiempos aquí, me he quedado muy a gusto. Años habrá para mejorarlo.
Pensándolo fríamente, aunque ha sido mi carrera más larga descalzo, no ha sido la más difícil. En la Clásica de 15Km me encontré con un tramo bastante terrible de asfalto rugoso en la zona de las Universidades al que no le encontré escapatoria ni raya blanca ni arcen ni leches y que hubo que tragar sí o sí. También en el Cross de las Tres Playas lo pasé bastante peor, entre los tramos por acera y las baldosas recién regadas por los de la limpieza, tan resbalosas. Y desde luego que algún entreno largo de las últimas semanas me ha resultado más exigente que la prueba de hoy, a pesar de la diferencia en el ritmo.
No creo que hoy le hubiese comido mucho al crono de correr calzado. Tal vez 3 o 4 minutos. En todo caso, no era el tiempo lo que hoy importaba sino las sensaciones de correr una prueba tan grande como la Behobia sin las zapas amortiguadas que he llevado toda la vida. Si yo, un corredor del montón, ha podido hacerlo, entonces cualquiera puede hacerlo. Y sí, nos engañaban vilmente, y lo siguen haciendo. Que si gel, que si boost, que si air, que si pronador, supinador, que si tú pesas mucho y te conviene estas, y otras mentiras repetidas mil veces en cada tienda de deportes. Pero bueno, allá cada cual con su vida y sus pies. Yo encontré hace tres años la forma ideal de correr, y la Behobia de hoy no ha hecho sino confirmármelo.
Si habéis aguantado toda esta chapa, ya tenéis mérito. Ahora me quedo en el sofá a esperar otras crónicas de Pablo y compañía. Ayooooo.