- 19 May 2015, 17:35
#29096
Hola.
Hace unos tres meses cayó entre mis manos el libro Correr descalzo de Emilio Sáez Soro. Los argumentos que esgrimía el autor para iniciarse en la práctica de correr descalzo me parecieron suficientemente convincentes y me lancé a probar. Al cabo de una semana, tras una sesión más propia de un maníaco de la velocidad, tenía unas hermosas, brillantes, abombadas y multicolores ampollas en ambos pies. Después de este gorioso inicio en la práctica de correr descalzo, decidí tomármelo con más calma. Alguno estará preguntándose si no leí con atención los prudentes consejos de Emilio Sáez Soro. Sí, sí que lo hice, pero la sensación de correr descalzo era tan placentera que creíme por unos momentos el Hermes de mi ciudad, mensajero alado que más tarde se convertiría en alelado al ver (y sentir) los resultados en las plantas de sus pies. Ya han pasado varias semanas y los pies se han ido acostumbrando. Pero todavía debo hacer grandes esfuerzos para no excederme.
Un saludo a todos.
Hace unos tres meses cayó entre mis manos el libro Correr descalzo de Emilio Sáez Soro. Los argumentos que esgrimía el autor para iniciarse en la práctica de correr descalzo me parecieron suficientemente convincentes y me lancé a probar. Al cabo de una semana, tras una sesión más propia de un maníaco de la velocidad, tenía unas hermosas, brillantes, abombadas y multicolores ampollas en ambos pies. Después de este gorioso inicio en la práctica de correr descalzo, decidí tomármelo con más calma. Alguno estará preguntándose si no leí con atención los prudentes consejos de Emilio Sáez Soro. Sí, sí que lo hice, pero la sensación de correr descalzo era tan placentera que creíme por unos momentos el Hermes de mi ciudad, mensajero alado que más tarde se convertiría en alelado al ver (y sentir) los resultados en las plantas de sus pies. Ya han pasado varias semanas y los pies se han ido acostumbrando. Pero todavía debo hacer grandes esfuerzos para no excederme.
Un saludo a todos.