¿Transición al minimalismo? Ten cuidado con tus dedos

Hoy en día es fácil observar pies cuyas formas se asemejan al calzado que utilizan. Lo veo casi a diario, en los distintos corredores, que cansados de lesiones y de ineficaces artílugios paliativos deciden apostar por un cambio de 180º, enterrar su flamante taco (a.k.a. objeto pesado, inflexible e inservible) y reeducar su cuerpo para aprender una técnica de carrera óptima, a la vez que recuperan toda la funcionalidad de esa pequeña (sólo pesa el 2% del cuerpo), pero gran parte de su cuerpo (posee el 25% de los huesos del esqueleto), olvidada y repudiada por propios y extraños: el pie.

La forma del calzado influye en el correcto reparto de presiones del pie tanto si estamos parados o en movimiento. En un pie sano y en estático la presión de nuestro cuerpo se reparte en un 50% antepié y 50% talón, estando en el antepié repartido en un 35% en el dedo gordo y en un 15% en el meñique. El dibujo que formaría sería el de un triángulo o un trípode.

Sin embargo, es muy común que entre los corredores que han usado calzado amortiguado con drop (se le puede llamar tacón), este reparto de presiones esté alterado y se concentre más en la parte del talón, rompiendo el equilibrio del 50:50 y el apoyo del centro de gravedad del cuerpo. Por otra parte, en la parte delantera el reparto de presiones también está alterado y en lugar de concentrarse en el dedo gordo y meñique se concentra en los metatarsos del 2º y 3º dedo.

Y esto es uno de los grandes problemas de la transición, ya que cuando un corredor cambia de zapatillas, ej. abandona sus Asics Kayano y utiliza unas Vibram Five Fingers, el reparto de presiones se sigue concentrando en zonas que no han sido diseñadas por la evolución, es decir, en el 2º y 3º dedo, por lo que al correr con sus nuevas zapatillas minimalistas el reparto de presiones sigue siendo igual de ineficaz que antes, por lo que el riesgo de metatarsalgias y de roturas por estrés es muy alto en los primeros meses en los que decidimos correr minimalista o descalzo.

Y si a esto le unimos otros de los grandes problemas del minimalismo, las prisas, el daño está servido. no podemos pretender que después de decenas de años de no utilizar nuestros pies, de la noche a la mañana vayan a recuperar toda su fuerza y funcionalidad. Os aseguro que la recuperarán, pero darles tiempo y recordar que cada parte que forma nuestros pies necesitan diferentes tiempos de adaptación. Los músculos rápidamente se adaptan, los tendones necesitan un poco más y los huesos mucho más.

Para ilustrar lo que os comento os dejo dos ejemplos de dos deportistas que se pararon a utilizar un calzado minimalista. En la izquierda se muestra la gráfica de presiones cuando usaban zapatillas amortiguadas y en la derecha las presiones después de varios años de uso continuado de zapatillas minimalistas.

Recordar, no modifiquéis la anatomía de vuestros pies para adaptarla al calzado, utilizar calzado que se adapte a la anatomía de vuestros pies.