La transición de las grandes marcas deportivas

Está claro,….tanto como que hemos sido privados de la verdad. Ahora ellas intentan escurrir el bulto, disimular y pasar de puntillas sin hacer mucho ruido. Y no es precisamente que estén corriendo descalzo o minimalista, sino que saben que una vez encendida la llama de lo auténtico es difícil apagarla.

La tercera persona del plural se está refiriendo a las grandes compañías del calzado deportivo. A las mismas que utilizan en la fabricación de sus productos a cientos y cientos de niños en condiciones laborales infrahumanas. No hay que dar nombres, todos sabemos quiénes son. ¿Qué podemos esperar de estas empresas? De verdad creemos que todo lo hacen por nuestro bien, qué realmente buscan evitarnos lesiones y dolores…..¡un poquito de por favor! Lo único que les mueve es el dinero, ese nombrado caballero, que reina en el mundo de la codicia y el poder.

A fabricar buenas zapatillas no se dedican. Yo lo tengo claro, clarísimo. Y con buenas me refiero a zapatillas que interfieran lo mínimo en nuestra forma de correr. Como también tengo claro que gracias al marketing descomunal que utilizan son capaces de vender, y perdonen la expresión, una mierda envuelta en un papel.

Después de pregonar a los cuatros vientos el sin-sentido de las zapatillas minimalistas, después de gastar importantes cantidades de dinero en campañas publicitarias anunciando las bondades de las zapatillas amortiguadas (véase los anuncios en tv en horas de máxima audiencia), después de llamar locos, veletas y profetas en paro a los defensores del minimalismo, después de todo esto y de una hipocresía sin escrúpulos, van y sacan nuevos modelos de zapatillas con características claramente minimalistas. Y no es que sean zapatillas que un avanzado en la técnica de correr minimalista o descalzo estaría interesado en comprar, pero poseen alguna que otra característica del calzado minimalista.

Esta acción encierra un doble objetivo, por un lado se introducen en el nuevo mercado emergente (que en EEUU ya es una realidad), y por otro confunden al público desinformado o con poca amplitud de miras para poder seguir vendiendo las zapatillas amortiguadas, como si el minimalismo fuera una categoría más dentro del amplio catálogo de zapatillas deportivas.

Todo esto no hace sino verificar que las grandes compañías del calzado deportivo creen en la técnica de correr descalzo-minimalista, lo que ocurre es que ven como la gallina de los huevos de oro está a punto de ser cocinada. Pasamos de utilizar zapatillas de alta tecnología que caducan en el tiempo a zapatillas mínimas que puedes utilizar hasta que, literalmente, se te salga los dedos por la suela. Y todo esto es porque el concepto ha cambiado.

El gran público de los corredores populares está empezando a creerse o a asimilar que el ser humano posee un cuerpo biomecánicamente perfecto, con un organismo evolucionado para la carrera a pie, pero que no sabe correr. Nos han repetido hasta la saciedad todo lo contrario, que el hombre no está hecho para correr, que la mayoría poseemos un cuerpo imperfecto y que sólo algunos iluminados son capaces de correr como gacelas libres en la sabana. Que necesitamos zapatillas que nos estabilicen y corrijan nuestra imperfecta anotomía, que las plantillas ortopédicas son imprescindibles para aguantar unos kilómetros más sin lesionarnos y que la visita al fisioterapeuta, osteópata, quiropráctico o masajista debe está planificada como la visita al dentista.

De todo esto se puede sacar una lectura positiva y no es otra que el aumento en la variedad, oferta y quizás mejores precios de las zapatillas minimalistas. Pero no debemos olvidar el daño, ya irreparable, que han ocasionando las grandes marcas de calzado deportivo en los corredores populares, al menos en mi persona.