- 10 Ene 2011, 13:37
#55
“Otra carrera más”, con esta frase suelo acabar las carreras y con ésta comienzo la crónica de la Ruta Carlos III.
Llegamos a La Luisiana a las 9:15, con mucho tiempo de antelación, ya que la salida fue a las 11h. Tras recoger los dorsales tomamos café (invitados todos por Luis Miguel) e intercambiamos impresiones de varios temas, mientras esperábamos la hora de cambiarnos y calentar. Siguiendo los consejos de algunos compañeros abandoné la idea de usar camiseta térmica bajo la camiseta de tirantes del club. La mañana estaba templada y hubiera sudado en exceso. El cielo estaba nublado con riesgo de lluvia, aunque de vez en cuando salía en sol.
Empecé a buen ritmo, a pesar del entreno del viernes no sentía las piernas pesadas. Fui de grupo en grupo hasta que me alcanzó uno con un buen número de corredores. Me acoplé y encontré a un claval con el que también corrí algunos kms en la carrera de los Chamuscaos. De vez en cuando hablábamos y me contó que venía del ciclismo, donde había llegado a campeón de Andalucía. Fueron pasando los kms y los relevos en la delantera del grupo. Sobre el km 3 pasamos por El Campillo y por el km 10 por Cañada del Rosal. En ambos pueblos un buen número de personas animaban a los corredores. Ya de camino a Écija ocurrió algo insólito, no por le hecho en sí, sino porque nunca antes lo había presenciado en directo. Uno de los corredores, tras exclamar un ¡mierda! salió de la calzada. Cuando me volví para ver lo que ocurría, nunca pensé que ese ¡mierda! llegará a ser tan explícito, ¡se iba de varetas!. Se bajo las calzonas y a plena luz del día y sin apenas parapeto hizo lo que todos cuando aquello aprieta. A partir del km 15 el grupo de rompió. No fue una rotura aguda, sino que algunos corredores tiraron y los demás nos íbamos quedando atrás poco a poco. Yo me quede con el ciclista, las fuerzas me iban menguando y el dolor en los metatarsos ya eran significante. No pude seguir a la cabeza del grupo.
Siempre antes de una carrera está la duda del tipo de zapatillas a usar. Está vez elegir las Adizero Pr, y aunque el modelo original dista bien poco del usado, la zona de los metatarsos sigue siendo la misma en lo referente al grosor del acorchamiento/amortiguación. Creía que podía correr una carrera de casi 26km con ellas, pero me equivoque. Las ampollas aparecieron, y con ellas el dolor y la inseguridad.
Con todo esto en mi cabeza, tuve que tirar de mantras y rescatar las pensamientos positivos. Había dejado de disfrutar de la carrera y deseaba llegar al ansiado km de la cuesta abajo. Ésta llegó en el km 22 y sin pensármelo dos veces baje como alma que lleva al diablo.
Al llegar a Écija me esperaba una última prueba, los adoquines. Si compañeros con sus gruesas zapatillas se quejaban de este tapiz, en mi caso no fue menos. La ampolla del pie derecho reventó y fue un alivio, pues desapareció la sensación de “patinaje”. Ahora la pregunta era, ¿el líquido que siento es agua o sangre?
Los últimos kms por Écija estaba realmente cansado; me adelantó el compañero ciclista con un “vaya tío como has bajado” y algún que otro corredor. Al acabar, exhausto y casi sin poder andar, sólo reinaba en mi cabeza la gran cita de la maratón.
Quiero acabar recalcando la gran marca conseguida por un compañero del pueblo vecino, Juan Manuel Parrilla . Este paraeño veterano D acabó en 1h33min con 3min38sg/km. Con un rango entre los 47-51 años de edad es un ejemplo de motivación para los que somos más jóvenes.